LAS FUERZAS ARMADAS
Estas instituciones, teórica y normativamente no deliberantes, cuentan con una estructura interna y capacidad fáctica de mando y toma de decisiones que no se concilia con la necesidad de profundizar la democracia. Nada fuera de sus declaraciones nos asegura que no volverán a hacer de jueces para aplicar severas sanciones hasta llegar al genocidio contra los chilenos, que son -teóricamente- los portadores de la soberanía popular. La tragedia de Antuco demuestra que las tropas pueden ser llevadas aún hasta su propia muerte. El asesinato de oficiales constitucionalistas fue conocido por todo el mundo. La tortura a las tropas que defendían la Constitución fue la gota que colmó el vaso afectando la sensibilidad de buena parte de los uniformados. Es claro que esas “leves” desviaciones a algunos no les preocupan, en especial a los partidarios del uso de la fuerza cuando no aguantan la presión social por mejorar las condiciones de vida, culpando a los partidos y a las ideologías por la rebelión. Por una parte se quiere que los partidos sean los puentes entre la sociedad y las instituciones y por la otra se les culpa por organizarse hacia la amenaza de las estructuras. Veremos más adelante que no hacen ni lo uno ni lo otro.
La manera de neutralizar esa actitud de las fuerzas armadas y sofocar anticipadamente esos impulsos antidemocráticos es instalando en la vida cotidiana una forma de hacer política sin partidos, que se caracterice por el pacifismo constructivo, es decir, la elaboración seria y profesional de una nueva economía y una nueva sociedad por abajo, desde la propia gente, contribuyendo al desarrollo de una conciencia democrática mediante la práctica social de ampliar su protagonismo en la cotidianeidad y en la autonomía de los barrios, comunas y regiones para ir resolviendo los problemas y necesidades con sus propias manos, generando sus propias reglas de organización y vida comunitaria. Que definitivamente se avance hacia el respeto de la soberanía popular.
Pero ese pacifismo no debe confundirse con adoctrinamiento, conciliación ni sometimiento, habiendo de dejar muy en claro que cualquiera violación del derecho a la democracia cotidiana y la autonomía social deberá ser respondido por las propias organizaciones, como los mapuche se reunían para elegir un toqui que dirigía las actividades de defensa contra las agresiones. Al pueblo lo que es del pueblo, es decir, la retomada de los principios de la soberanía popular mediante la consigna del escudo que dice claramente por la razón o la fuerza. La nueva sociedad nacerá de la razón y no de la fuerza, la que no queremos de modo ninguno, pero que tampoco nos la impongan otra vez, ni desde el exterior, sean ellas propuestas capitalistas o totalitarias, ni en el interior, sean ellas militares o civiles, de derecha, centro o izquierda. Eso debería marcar la cancha y decir claramente a las fuerzas armadas que su destino y vocación es defender la frontera y que se distancien de la verticalidad autoritaria, que comiencen a estudiar su democratización interna, que los uniformados también puedan votar y ser electos en las instituciones nacionales, que se fusionen las escuelas de oficiales con las de suboficiales y tropas, que todos los uniformados puedan llegar hasta los más altos escalafones de mando en dependencia de sus méritos profesionales y de su conciencia cívica demostrada con hechos en relación con la defensa de la soberanía popular democrática.
Vaya al próximo capítulo: El Estado chileno.
http://alcaldeprofesorj.blogspot.com/2008/05/propuesta-1-el-estado-chileno.html
Vuelva a la Introducción y a los enlaces de cada capítulo: http://alcaldeprofesorj.blogspot.com/2008/05/propuestas-ante-la-crisis-del-poder-en_20.html
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